Ernesto María Samaniego Pesántez

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Nació en Ludo el 17 de junio de 1903, sus Padres fueron Don José Manuel Samaniego Vázquez y Doña Aurora Pesántez. Es el segundo de cuatro hermanos: Lucas, que dedicó su vida a la docencia siendo maestro de primaria en Molleturo, en San José de Raranga y en su tierra natal. Víctor, que contrajo matrimonio con una Señora Ramírez de Portovelo, lugar en que fijó su residencia; y Zoila Dioselina, que se desposó con un Señor riobambeño de apellido Moncayo, quiénes de inmediato radicaron en Quito.[1]

 

Sus estudios, junto a su hermano Lucas, los hizo en Cuenca con los padres salesianos, a quienes durante las vacaciones, siempre acompañó como asistente a las misiones que esta Comunidad Religiosa tenían en Gualaquiza.

 

Joven ya, contrajo matrimonio con la Señorita María Eloísa Samaniego Granda, con la que procrearon varios hijos que, desafortunadamente murieron en los primeros días de nacidos, razón por la que se vieron obligados a adoptar dos niños a quienes les brindaron todo el cariño y el apoyo de padres.

 

Igual que su hermano Lucas, El Señor Ernesto Samaniego durante varios años se dedicó a la docencia, siendo profesor permanente de Garauzhí de Quingeo y en algunos anejos de su terruño; profesión que posteriormente la dejó para, siguiendo el ejemplo de sus abuelos dedicarse a la política. En efecto, es su abuelo materno, Don Eusebio Benjamín Pesántez, quien figura en los documentos que guarda la Tenencia Política -luego de Jerónimo Cajamarca-, como el 2º Juez Parroquial en1865, llegando su influencia hasta el fin del siglo XIX. De igual manera su abuelo paterno, Don Víctor Samaniego Alvarez, casado con Rita Vázquez Morales, aparece también como Juez Parroquial desde 1889 hasta los primeros lustros del siglo XX; por lo que bien puede afirmarse que estos personajes (sus padres y abuelos) son actores y testigos de la fundación eclesiástica de Ludo, ocurrida un martes 10 de marzo de 1908.

 

Ocupó en varios períodos la jefatura de la Tenencia Política, ya como titular o ya como secretario, dando de ambas maneras lustro a su rango y a la parroquia.

 

Don Ernesto Samaniego siempre se distinguió por su espíritu luchador en bien de la verdad y de la justicia. Era un hombre de ley. En algunas cuestiones -dado que era un individuo de muchos conocimientos, lo que le permitía avizorar la realidad mucho más allá que el resto de sus coterráneos-, se manifestaba intransigente, situación que molestaba a algunas personas que no entendían su lógica. Por lo demás era una persona, correcta, responsable, talentosa y muy leal amigo. Estaba siempre al día y cultivaba amistad con reconocidos políticos de la provincia y del país. 

 

Los libros, especialmente los relacionados con pedagogía, cultura general y la ciencia del Derecho, eran su pasión. Siempre se mantenía informado, y a pesar de las dificultades que significaba en aquel entonces vivir en una parroquia del campo, procuraba que por lo menos cada semana le llegaran los periódicos de la ciudad, lo mismo que alguna que otra revista cultural. Sé que era asiduo lector de "La escoba", periódico humorístico cuencano de gran calidad literaria, que en su segunda temporada hizo época entre 1949 a 1961.

Este pro-hombre que en el campo de la cultura y la aplicación correcta del Derecho hizo mucho por su tierra natal, jubilado ya, fijó su residencia en Cuenca en donde falleció el 3 de noviembre de 1985[2]. Le sobrevivió, doña María Eloísa Samaniego Granda, su digna esposa, que murió en la misma ciudad en noviembre del 2012.



[1]    Mi profundo reconocimiento a Doña Flor Samaniego Samaniego, hija de los esposos Jacinto Ma. Samaniego Vásquez y Liduvina de Jesús Samaniego Granda, familia distinguida que emigró de Ludo en los primeros años de la década de los 60's. Fue esta distinguida dama, pariente de Don Ernesto, quien nos proporcionó los datos fundamentales de este distinguido ciudadano.

[2] La papeleta de defunción, en la que consta su Nº de cédula 010009679-1, señala la causa de su muerte: accidente cerebro vascular.