Aunque parezca extraño, Ludo ha tenido y tiene en la actualidad una legión de hombres y mujeres valiosos; no por el dinero, ni el puesto público que circunstancialmente han tenido muchos que desempeñar en distintos lugares del país, ni por la fama surgida de ciertos "chiripazos" sucedidos en la vida de alguien que les ha sacado del anonimato; sino de hombres y mujeres notables por su honorabilidad, su testimonio de vida, su recio carácter y su silenciosa y eficiente contribución al bienestar de la sociedad en las diversas áreas del convivir diario.
Salvo el insigne artista Gaspar Sangurima López, gloria nacional y uno de los pétalos más valiosos del florilegio de hombres ilustres de la Atenas del Ecuador, los demás permanecen tras la cortina del anonimato digno. Tres pueden ser las razones: 1ª La modestia, que como sello indeleble, caracterizó antaño y caracteriza hoy a los ludenses de cepa, 2ª La preocupación por sobrevivir en una sociedad inequitativa que no les ha permitido, quizá, desarrollar todo el potencial que tienen dentro; y 3ª La falta de que alguien, sensible a lo realmente grande y con capacidad de hacerlo, los sacara a la luz.
Tarea difícil es esta última misión, ciertamente. Es tarea de sabios. Sin embargo es hora de comenzar a extraer de la cripta del olvido -antes de que el tiempo vaya desvaneciendo sus valores como ya ha sucedido-, a personas que, pese a su modestia, han sido o son referentes seguros para sus coterráneos. Y es por ello que, aunque no tenga yo el oficio de "sabio"; si quiero tenerlo el de pionero, con el coraje suficiente para señalar a manera de flecha indicativa, algunos de los muchos nombres de insignes ludenses, con la esperanza de que en el futuro alguien se interese en investigar y conocerlos mejor. Vale la pena aclarar, sin embargo, que en estos intentos, siempre se corre el riesgo de que, como alguien dijo: "ni sean todos los que están, ni estén todos los que son".