Como esta palabra ya no es usual ahora, primero he de explicar, qué eran los "bandos". Según el diccionario por "bando", entre otros significados, se entiende el acto de publicar un edicto, una ley o un mandato hecho por orden superior.
Y eso es precisamente lo que hasta hace poco, continuando con la usanza colonial, se hacía en el campo y en la ciudad, aprovechando las reuniones masivas, para dar a conocer los mandatos o disposiciones de la autoridad. Además, en nuestro ordenamiento jurídico, este acto era una práctica complementaria y necesaria para conocimiento de la ciudadanía, luego de que una ley, un decreto o una ordenanza, habían sido promulgadas por la entidad correspondiente.
En Ludo esta llamativa forma de hacer conocer oficialmente las disposiciones de la autoridad civil era frecuente hasta los años 60's -como, entiendo, lo era también en todas las parroquias y cantones del país-; pues, hasta esa época, no estaban tan difundidos los medios de comunicación social como ahora.
Así pues, terminada la misa, recuerdo, Don Ernesto Samaniego, clásico secretario de la Tenencia Política, Junto al Sr. Teniente de turno, escoltados por los dos rondas, subían al balcón de la llamada "casa del consejo" (que fue derivada en los años 80's ) y desde allí hacía el clásico llamado: "¡Atención!, ¡Atención!; ¡Bando!... ¡Bando!, ¡Acérquense todos por favor, que vamos a dar lectura a la comunicación que nos acaba de llegar y a darles también algunas disposiciones".
Ante esta invitación que se la consideraba útil y necesaria, se acercaban prácticamente todos para escuchar el bando. Es que había interés por saber tales asuntos y como buenos ciudadanos, acatarlos. Comprendían que tal información hacía bien a todos y les ayudaba a una mejor convivencia con los demás; pues en ellas, además de darles a conocer lo elemental de las nuevas normas jurídicas, se les exhortaba a mantener expeditos los caminos, se les pedía participar en alguna minga, se les prevenía de la visita de alguna autoridad o personalidad, etc. etc.