Por cuanto en la actualidad han desaparecido, prácticamente todos los artes y oficios, ejercidos con esmero y dedicación por nuestros antepasados, bueno es que de ellos demos alguna cuenta. Así pues, en Ludo hubo...
Telares artesanales, en los que se tejía con hilo de lana hermosas frazadas; coloridas mantas para usarlas como apero de las acémilas; finas fajas para envolver a los recién nacidos; bayetas blancas o grises para confeccionar pantalones, levas, polleras, llicllas[1], pañolones. Algunos de estos tejidos requerían, al momento de ser confeccionadas como prendas de vestir, ser bordados con coloridos adornos; así por ejemplo las polleras, las llicllas, los pañales para envolver a los niños, etc. Para realizar esta labor estaban otros artesanos, que generalmente eran mujeres: las costureras; quienes en sus máquinas manuales, además de fabricar las requeridas prendas de vestir, las adornaban con flores, hojas, mariposas, pájaros y otros dibujos imaginativos. Claro, para hacer el hilo se requería también de otras obreras, eran las hiladoras, oficio que lo practicaban con asombrosa destreza, incluso caminando; pues ponían un copo de lana en el extremo de un palo, y valiéndose de un palillo y un tortero de barro, daban vueltas y vueltas con los dedos hasta que la lana torcida convertida en hilo era recogida en el propio uso, con el que posteriormente de hacía madejas que eran llevadas a otros artesanos: los tintoreros, que valiéndose de vegetales o tinturas químicas daban vida y color a uno de los productos que proporcionan las ovejitas: la lana.
Tejedores destacados fueron: Eliseo Jiménez, Calixto Cajamarca, Salvador Jarro y Cruz Guanoquiza. En tanto que las costureras renombradas en los años 60's y 70's para confeccionar la ropa para los y las indígenas tenemos a: Rosa Cabrera, Julia y Angelina Delgado y Lucrecia Carmelina Álvarez, entre otras.
En sintonía con este oficio estaba también el de la elaboración de cabuya para hacer sogas, alforjas, rodapiés y otros productos tan necesarios en la vida cotidiana del pasado.
Alfarería. Antaño, algunas familias especialmente de Sérrag se dedicaban a este noble oficio que, como sabemos, tiene para los andinos destino de "eternidad". Las ollas, los platos, los medianos, las zhilas o jarrones horneados a lo natural o con un barniz impermeable para dar brillo, eran los utensilios corrientes confeccionados con habilidad y cariño por estos artesanos. Utensilios que eran vendidos en los mercados del centro de Ludo y de las parroquias vecinas, o eran canjeadas con comestibles u otros productos extraños a la zona. Destacan en este oficio: Mercedes Peláez que tenía su taller artesanal en Yuracpungo, Lorenza Carchi que lo tenía en Purana; y, Elena Matailo.
Herrería. Vicente Quito, un personaje venido como doméstico con uno de los antiguos sacerdotes, al hacerse joven y al tomar estado, se convierte en un experto herrero. No hay que confundirlos con los mecánicos industriales, no. Los Herreros eran personas que entre otros objetos hacían rejas para arar, destorcedores para animales, aldabas para las puertas, chapas y llaves de canuto, herraduras, etc. etc. Pero Vicente Quito, no era solamente herrero, se dedicó también a la hojalatería que servía para recomponer con plomo y estaño baldes, ollas, sartenes, harneros y bacinillas agujereadas; una necesidad urgente y muy solicitada en esos años en que las tiendas y el dinero eran escasos y el material plástico no estaba muy difundido.
Pirotecnia. La pirotecnia, es decir, el arte de preparar dispositivos que por combustión producen llamas, chispas, humos y explosiones controladas -lo que nosotros comúnmente llamamos cohetes-, fue ejercida por el ya nombrado Vicente Quito y su hermano Manuel; pero de una manera mucho más tecnificada por un Señor Gregorio Belesaca que pronto fue a residir en otros lares. Ellos no solamente realizaban estos artefactos, sino que se encargaban de montarlos y reventarlos en las noches y días de fiesta. Hacían castillos, vacas locas, cholas, indios Lorenzos, paragüillas, buques y aviones de guerra, etc. Era un maravilloso espectáculo ver en esas noches obscuras cuando no había luz eléctrica, como se consumían esos aparatos momentáneos en medio de sonidos, colores, la algarabía del público y el corretear de niños traviesos.
Zapatería. Los Señores Julio y Bautista Fernández, antes de que salieran a la ciudad y se convirtieran en calificados profesionales y también en exportadores de sus finos trabajos al resto del país, tuvieron sus talleres de zapatería en Ludo. Lo hacían perfectamente y su producción comenzó a ser solicitada con apremio por los importantes almacenes de la ciudad.
Hormaduría. Este oficio, el de dar forma a los sombreros de paja toquilla que era el producto artesanal principal de Ludo hasta hace poquísimos años, fue ejercido con un matiz propio, por la familia Ayora. Entre ellos destacaron Francisco y Heriberto Ayora.
Músicos. Además de la habilidad innata que algunas personas tenían para ejecutar el violín, la concertina, el redoblante, el pijuano, la bocina, el rondador, la guitarra, la bandolina. Ludo tuvo por la década de los años 20's de siglo pasado una BANDA DE MÚSICA. Tanto el Señor Benigno Fárez como el Señor Manuel Pesántez, ya fallecidos, nos dieron cuenta de ella, narrándonos de cómo y por iniciativa de quien se formó, y además de cómo, bajo la batuta de un Señor Antonio Ayora, se animaba las fiestas de la localidad y de las parroquias vecinas.
En cuanto a la salud, el Señor José Pesántez (esposo de Doña Casilda Pesántez) suplía la falta de médico. Este personaje que había permanecido 2 años como paciente en LEA (Liga Ecuatoriana Antituberculosa), por sus inherentes dotes fue invitado a colaborar con los médicos del hospital en calidad de auxiliar de enfermería, situación que le permitió adiestrase lo suficiente en el campo de la medicina. Por ello que, al regresar a su tierra era ya un experto, y con el entusiasmo y los pocos recursos que tenía instaló un BOTIQUÍN con el que por espacio de algunos años sirvió a su pueblo. Dos de sus hijas Elena y Raquel, siguieron el ejemplo de su padre y estudiaron medicina. En la actualidad las dos están por jubilarse en el Ministerio de Salud Pública.
Como se ve, Ludo no carecía de nada que pueda hacerse artesanalmente para satisfacer sus necesidades cotidianas en aquel entonces -tiempo de pocas exigencias-. Pues además de las profesiones anteriores había: aserradores, carpinteros y ebanistas como José Manuel Domínguez de Collana, muero al finalizar los años 60's, quien hizo por mandato de los párrocos varios y delicados trabajos en la Iglesia y en la casa parroquial. También peluqueros, como Daniel Jiménez y Julio Pesántez; sastres, como Don José Ángeles Delgado; panaderas, como Adela Pesántez que procuraban conseguir el mismo sabor del que hacían sus colegas de San Bartolomé; albañiles, ladrilleros y adoberos.
[1] Llicllas = término quichua que significa rebozo. Para Glauco Torres Fernández de Córdova es: una manta o envoltorio hecho de aguayo (Torres Fernández de Córdova, Glauco. "Lexicón Etnolectológico del Quichua Andino" Tomo II, pág 274 - Cuenca 2002)