Cómo se recibía a los sacerdotes

 

 

Ludo ha tenido la fortuna de contar con sacerdotes de manera regular hasta los años 60's; luego, al finalizar esa década, por la crisis del Concilio y el comienzo de la diáspora ludense, los sacerdotes permanecían poco tiempo e incluso hubo períodos que ni siquiera los tuvo, hasta que la atención pastoral fue asumida por la comunidad Verbita en 1974.

 

Aclarado esto, vale la pena dejar consignado para la historia, la manera cortés como hasta la década de los años 70's, el pueblo de Ludo daba la bienvenida a los sacerdotes que, en su momento, el Arzobispo designaba para esta grey.

 

Una vez que se tenía certeza del nombramiento oficial del designado, una comisión de notables presidido por el Teniente Político se trasladaba al lugar de residencia del sacerdote, para presentarle sus saludos y respetos a nombre de toda la parroquia y acordar el día y la hora de su llegada.

 

Con esta gestión realizada, la comisión convocaba a las personas más representativas  para hacer los preparativos, y encargaba a los kiperos, miembros del cabildo como hemos anotado en líneas anteriores, para que desde las colinas, previo al sonido de sus kipas, se encargaran de dar la agradable noticia a toda la población.

 

La víspera del acontecimiento se engalanaba el templo y las casas del centro con banderas, se organizaba la casa parroquial y se barría las calles cercanas al lugar de recepción. También se confeccionaban arcos de flores que eran colocados a lo largo de la vía por la que debía entrar la comitiva; arcos que ya lucían en los anejos por donde pasaba la carretera y que pertenecían a la jurisdicción.

 

El día propio, congregado el pueblo en la plaza central, a la hora apropiada y portando imágenes de Jesús y de la Santísima Virgen; y los miembros de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús, las hijas de María y Legión de María enarbolando sus estandartes, se adelantaba hacia la colina del Carmen; para, en medio de vivas, aplausos y música de banda, saludar al sacerdote y sus acompañantes el momento del arribo y caminar juntos hacia el centro parroquial.

 

Antes de entrar al templo para la celebración de la primera misa, que era concelebrada por sus co-hermanos sacerdotes en altares laterales, tenía lugar un modesto pero elegante acto social que consistía en: un discurso del Teniente político y otros que a su turno presentaban las personas -nunca improvisándolos, sino leyendo lo que meditativa y responsablemente habían preparado por escrito-; poesías significativas muy bien declamadas por niños y jóvenes;  y,  en entrega de ramos de flores y otros presentes que eran expresión de acogida y buen gusto.

 

Venía después la Santa Misa y en ella el sermón, que era ávidamente esperada por el pueblo y escuchada con atención por todos, porque además de la agradable sensación de escuchar una nueva voz, se podía vislumbrar cuál era el estilo y la ruta que en lo socio-religioso, iba a vivir la dócil población, en el nuevo período. La gente cantaba bajo la guía del maestro Capilla, rezaba y comulgaba con fervor.

 

El magno encuentro entre la grey y su nuevo pastor, concluía con un modesto banquete en el que participaban el sacerdote y su familia, los sacerdotes y amigos que lo acompañaban y las autoridades y personas representativas de la parroquia, mientras afuera sonaba la banda de música y se escuchaban el sonido de los cohetes artificiales que con su resonancia decían fiesta a  lontananza.