Himno

Inicio > ACERCA DE LUDO > Simbolos Parroquiales

¡GLORIA! A LUDO IGNOTO TESORO,

DEL AZUAY ESCONDIDA FLOR,

DEL GRAN MUNDO RINCÓN IGNORADO,

DE TUS HIJOS REFUGIO Y LABOR.

 

Sangurima,  magno hijo de Ludo,

de la  patria grandeza y honor,

contemplarte querría de nuevo

y con arte el paisaje pintar.

 

Río Bolo, lágrima del cielo,

tributario del gran Marañón;

vida otorgas al agro fecundo

y a todo hombre frescura y solaz.

 

Buena vista, Hato Bolo y Collana

junto a Sérrag, esmeraldas son,

gargantilla de grana y rubíes

que engalana  tu serena faz.

 

Ludo hermoso para todos tus hijos,

te aclamamos con vibrante voz,

y juramos llevar por el mundo

en nuestra alma grabada tu paz.

 

 

¿Qué es un himno?

 

Muchas veces  se repiten  palabras pero sin entender su cabal sentido, de ahí la necesidad de explicarlas.

 

El himno es un género de poesía latina musicalizada, que tuvo sus comienzos en la antigüedad clásica y se cristalizó en la Edad Media; e igual que la oda, expresa sentimientos positivos de alegría y celebración. 

 

Un himno puede estar dedicado a un dios, un santo, un héroe o a una persona célebre. También puede tener como finalidad  celebrar una victoria u otro suceso memorable o a expresar júbilo o entusiasmo. Asimismo puede ser una composición musical que identifica a una colectividad, una región, un pueblo o una nación, uniendo a quienes la interpretan.

 

El presente Himno, el de Ludo, compuesto bajo la inspiración que otorga el cariño, la nostalgia y la realidad, pretende justamente conseguir todo aquello:

 

§  Describir lo que es nuestra tierra, tesoro viviente para la mayoría de sus  hijos,  aunque -como es obvio por la condición de ser parroquia pequeña-, un tesoro ignorado por los extraños, o quizá también por algunos ludenses despreocupados en conocer sus raíces y amar su identidad.

 

§  Celebrar a un hombre que brilla con luz propia en el firmamento del arte, como es Gaspar Sangurima López; y,

 

§  Describir al pintoresco río Bolo que desde siempre da vida a sus campos, frescura a sus habitantes y adorna maravillosamente su paisaje; paisaje que, por encima de las cumbres de sus colinas verdes y grises, siempre luce radiante con ligeras pinceladas blancas sobre un tapiz azul en las mañanas y brevemente anaranjadas en las tardes.