Las emisoras de los saludos musicales: Tarqui y Popular

No solamente en Ludo sino en todo el austro, las emisoras sintonizadas por la gente del campo eran dos, en mutua competencia: Radio la Voz del Río Tarqui, que transmitía, como decía la autopropaganda, desde la "esquina del movimiento", las calles: Mariscal Lamar y Juan Montalvo; y Radio Popular Independiente, la Voz del Austro, que tenía sus oficinas en la calle Presidente Córdoba, a media Cuadra de San Francisco y detrás del histórico Mercado 10 de Agosto, que lo hacía desde "la capital de la morlaquía", como también decía el spot publicitario.

 

Era a través de ellas cómo los campesinos se informaban de los sucesos del país y del mundo, que rara vez les interesaba en serio. Era a través de ellas (de estas dos emisoras), que podían comunicarse los viajeros que iban a la ciudad. Y era con ellas, que se armaba la fiesta. Pues..., aunque ya había tocadiscos, era señal de distinción escuchar sus nombres en el aparato, que colocado en una ventana para que oyeran los vecinos; o, puesto en un lugar privilegiado de la casa, tapadito con una toalla; brindaba alegría y estatus a los homenajeados.

 

En aquel entonces se felicitaba y se enviaba saludos musicales por todo lo imaginable: Porque "ha terminado su elegante casita"; porque el cachorro de la casa había regresado del cuartel "sirviendo a la patria"; por "haber hecho bautizar al guagua"; por "haber regresado sin ningún inconveniente de la romería"; por el enlace matrimonial de dos "simpáticos jóvenes"; por el santo de la "guapa señorita N.N.";  con motivo de "haber adquirido al contado un radio marca Sanyo color rojo"; con "motivo de amor y cariño"; con "motivo de haber terminado las relaciones amorosas"; etc., etc., etc.

 

Por la discreción que guardaban los novios y por el secreto que exigía  el hecho de ser amantes, muchas veces no se daba a conocer los nombres; se utilizaba números, iniciales y seudónimos. Jamás olvidaré lo escuchado en una ocasión en una de estas pintorescas emisoras. Se trataba, seguramente, de una pareja de cariñosos mozuelos que se adoraban. Entonces el locutor (con cierta picardía), enviaba los mensajes musicales, así: "Estamos saludando con todo cariño, en la parroquia NN, a la simpática señorita de las iníciales E. CH. C. I. D., de parte del joven que le idolatra, del seudónimo: ‘después de mí cualquiera'". 

 

Así era de agradable el ambiente. Ya, desde la mañana se escuchaba con avidez los golpes y los anuncios del "despertador musical", es decir, "de aquel que no duerme ni deja dormir" como pregonada desde radio Tarqui el extinto Don Pulla. De tal manera que para la hora de los mensajes musicales; verbigracia, la hora de "los  dos pegaditos" como anunciaba el finado Don Mario Villavicencio o su esposa  Doña Malena desde Radio Popular, ya estaban concentrados los vecinos; y entonces comenzaba el baile, la chacota, los traguitos. Humor que duraba hasta el amanecer o hasta que las piernas resistan.

 

No había prisa, ni celulares que roben la atención. Todo se realizaba con "santa paz". ¿No es envidiable? ¿Verdad?